jueves, 11 de marzo de 2010

Diario de a bordo (I)


10.34 a.m., como se podrá constatar, vamos con retraso. Sin embargo, y contrariamente a lo que se pudiese pensar no se atisba ni un ápice de inquietud o de prisas. Mirando hacia la puerta, veo como el auditorio se sigue llenando. Todo muy natural, como diría aquel, con la pachorra, que para algo somos españoles. Volviendo mi cuello de nuevo...¡Dios! Se me corta la circulación; a mi vera tengo el lujo de contar con a una fusión perfecta entre los oscarizados Jeff Bridges y James Cameron -este último en tiempos mejores, todo hay que decirlo-. Ante tan ridícula situación en la que solo puedo ahogar un suspiro de admiración, mi compañera Marga se me adelanta y comienza a entrevistarle como estrella hollywoodiense que es. Tonto de mí...

Apenado, he de buscar diversión en algún otro lugar, y me consuelo en que a Ignacio le ha pasado exactamente lo mismo que a mí. Carente de motivación por la oportunidad perdida me detengo a mirar el comportamiento de mis compañeros. La sala se sigue llenando. Algunos como Adrián matan la espera siguiendo con la vista los conteneos de alguna que otra azafata. Sin embargo, la mayoría se dedica a hacer las primeras fotos.

Entretanto, la buena de Marga se digna a compartir la información privilegiada. Nuestro sujeto resulta ser Fernando, un periodista argentino de la Patagonia. Pero ¿quién no nos dice que lleve otra vida secreta a tiempo parcial? Ignacio y yo seguimos ilusionados; siempre será nuestro Jeff Bridges particular. Y ahora que me acuerdo, hablando de 'boludos', ¿dónde diantres se ha metido el excelentísimo Daniel Horacio Cabrera? Mi corazón está en un puño. No sé si podré aguantar otra decepción más.

Los profesionales de la información empiezan a cobrar importancia. Diferentes planos, fotos desde todos ángulos, espectáculo de flashes... Todo esto es el antecedente de la entrada de Marcelino Iglesias, presidente de nuestra comunidad, pero tal y como se forma el tumulto, se disuelve al acabar su intervención siguiendo todo este séquito al presidente hasta su peregrinación hacia la salida. No volveremos a saber más de ellos. Algo un poco triste, la verdad.

Sin embargo, empezado ya el congreso oficialmente con las diversas presentaciones, agradecimientos, entrega del premio José Manuel Porquet y demás actos, mi cabeza no estaba a lo que celebraba. No, me negaba a asumir que nuestros profesores nos hubieran abandonado a la suerte de un evento de tal magnitud. Decidí evadirme y centrarme en las exposiciones. Y sí, no lo voy a negar, de vez en cuando miraba de reojo para asegurarme de que Jeff Bridges estaba ahí. Llámenme romántico, pero a falta de Daniel, me sentía más seguro así. Afortunadamente la plenitud de mi felicidad se vio culminada cuando al filo de la mitad de la mañana Daniel Horacio hizo acto de presencia. No fuimos muchos los que nos dimos cuenta de sus movimientos felinos para alcanzar una butaca sin llamar la atención, pero ahora sí, todos podíamos respirar tranquilos.

Continuará...o no.

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